
No es un homenaje.
No es una copia.
Es una confesión a destiempo.
Sigo las huellas de un mito no para encontrarlo,
sino para perderme —y en ese extravío, reconstruirme.
Porque Casanova fue muchas cosas: amante, escritor, espía, prisionero, viajero…
Pero sobre todo, fue un hombre libre.
Y yo también estoy escribiendo mi libertad,
no en los libros de una saga histórica,
sino tatuada en piel, en carreteras, en noches sin permiso.
Este viaje no busca turistas, busca cómplices.
Y si estás leyendo esto, tal vez ya seas uno.